domingo, 16 de mayo de 2010

Descuajaringarse

Que lindo es explotar en carcajadas y regalar pedacitos de alegría. Sentir que te falta el aire porque en tu cuerpo sólo hay lugar para el regocijo. Que paradoja más linda la de llorar de alegría. Sufrir el dolor de panza, pedir a gritos que se termine la carcajada, padecer un espasmo de diversión y convulciones de satisfacción. Que lindo es aportar comentarios a la ronda de exageraciones y risotadas entre amigos. Y cuanto más insólito y estúpido es es el comentario más síntomas risueños nos provoca. ¿Será que esas cosas tan estúpidas e insólitas son el disfraz de la gigantesca que todos buscamos con el ceño fruncido?

miércoles, 14 de abril de 2010

A medias.

Pasan los días y entre tantas vueltas marcadas en el piso y en la cama, se hizo evidente la incomodidad que siento. Pensé entre hipótesis que era una especie de poca costumbre o el olvido de convivir a solas conmigo. Confieso que he tratado de evitar verme así, quizá ha sido miedo de verme sin vos.
Esta noche conversé con mis ideas y lo confirmé. Desde que no estás ando a medias. Trastabillando por el camino; sosteniéndome de la gente que pasa veloz; respirando profundo en la orilla para continuar; llevando a cuestas la incertidumbre y un dolor muy bien guardado. Mi paso es más lento y cauteloso. Poco me importan las cosas con las que antes me hacía mala sangre. Estoy un poco más impulsiva, calculo que por ser realmente conciente de que la vida es tan larga como dura, y si dura hasta hoy mañana ya nada puedo hacer. Muchas veces me cuesta mirar a futuro. Mi cuerpo pesa el doble, y es que la injusticia pesa. Tengo la mirada distinta, mis ojos se humedecen más seguido y todo lo contemplan como si mis pupilas quisieran fotografiar los momentos para no olvidar ni un solo detalle. Me ha costado mucho reírme a carcajadas otra vez. He sido cristiana, budista, metafísica, atea, loca y realista, intentando algún tipo de entendimiento. He pasado noches enteras reconstruyéndote, para que las texturas, el olor, la voz, sean exactamente como fueron; pero aún así siento la ausencia, porque cuando quiero acariciar las texturas se esfuman, cuando quiero empaparme con tu olor pierdo el olfato, cuando imagino tu voz nada tienes para decirme. Si me cruzo con novedades tiemblo y me cuesta el doble despedirme. He corrido durante días, quizá con la esperanza de encontrarte o por la necesidad de huir. Cuando me detengo caigo exhausta y frustrada; nunca te encuentro y de lo que huyo me persigue. Soy contigua al piso por un tiempo, hasta que recuerdo que me tengo que levantar sin tu ayuda. Sigo.
Andar a medias, andar a la mitad, caminar incompleta, renga, media vacía. Así es caminar la vida sin tus pasos al costado, sin tu brazo en mi hombro y mi cabeza descansando en el tuyo.

martes, 30 de marzo de 2010

Giros




Como el batir del café por la mañana. Como el reloj cuando sepulta horas pasadas. Al igual que un pivot en los ochos de un tango o las sábanas que envuelven mi cuerpo. Mis pensamientos dan un giro de trescientos sesenta grados, y una vez más, empiezo y termino en vos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Pedro

Estaba nervioso pero feliz. Ese reemplazo lo podía llevar a la cima, aquella a la que le había dedicado varios insomnios. Después de un suculento desayuno, se puso su mejor traje y trás varias posadas en el espejo decidió llevar corbata. El departamento se llenó de una oleada a Calvin Klein que derramaba éxito. Caminó sus zapatos nuevos por todo el parquet para ablandarlos. Tomó el maletín, el celular, las llaves del auto y salió. Cuando llegó al lugar donde sería la entrevista se sintió importante, todos los esperaban. Repasó entre dientes una y otra vez las preguntas que debía realizar. Entrevistar niños no era su fuerte pero si ese era el precio de la gloria, estaba dispuesto. Cuando entró junto con las cámaras en el salón, se armó un alboroto de sonrisas y euforia que lo perturbaron un poco. Él estaba acostumbrado al saludo protocolar y los piropos que le sumaban contactos.
Le presentaron a Pedro, un niño de ojos saltones e intimidantes, con la piel percudida por la tierra y una remera que desde lejos mostraba manchas de lavandina. Se sentaron en unas sillas y cuando se escuchó "grabando" hizo una presentación brillante, no se le escapó ni un detalle del libreto y pensó: ¡pan comido!
-¿Cómo te llamás?
-Pedro.
-¿Cuántos añitos tenés Pedro?
-Nueve.
-Decime Pedro, ¿Qué querés ser cuendo seas grande?
-Gordo.
El silencio fue evidente. No supo qué seguía. Comenzó a transpirar con la mirada de aquellos ojos saltones y la rapidez de la respuesta. El traje le pesaba.
Pedro pensó que no había entendido y aclaró:
-Porque los gordos comen todos los días.


jueves, 18 de marzo de 2010

Ausencia


Puedo sentir el calor de tus manos abrazando mis dedos; el roce de tu piel en mi cuerpo; tu voz empapando mis oídos; tus pensamientos acompañando mi locura; el perfume de tu presencia; el lazo de tus brazos; mi reflejo en tus pupilas; la textura de tu pelo en mi palma; mi calma en tu sonrisa; el refugio de tu pecho como almohada.
Despiertan mis ojos y conscientes de no encontrarte, te buscan.
La indescriptible sensación que gobierna mi desnudo y solitario cuerpo después de ello me persigue, me secuestra, me destruye. No le temo y me entrego. Porque es el dolor de tu ausencia lo que te hace presente. Bendita memoria de tu existencia.



miércoles, 17 de marzo de 2010

Caricia


Las palabras, los prejuicios, los temores, el resto del mundo estaban demás aquella tarde, en aquel rincón.
El sol abrasaba el espacio que los contenía y una deprimida copa de sauce los refugiaba.
Él notó con ayuda de unos destellos filtrados entre el verde malaquita de las hojas, un hilo de tristeza, muy bien escondido, detrás de su sonrisa. Desconcertado e impotente dejó caer su mirada.
Con aquel silencio reinante ella se sintió desnuda y supo que su pena había sido descubierta.
Él se acomodó frente a ella, tomó su mano y la posó en su rostro; ella, con timidez y regocijo recorrió cada centímetro de su tersa piel, que imaginaba morena, como el color que empañaba sus días. Descansó su palma en la mejilla y adivinó en su pómulo un tibio calor de vergüenza y pasión, que fundía toda barrera. Siguiendo el ritmo de sus latidos extendió la caricia y palpó sus labios, que le obsequiearon la brisa de una sonrisa, estremeciendo así hasta el último recoveco de su ser. Sientiendo su alma galopar ella dió a luz una lágrima pletórica y suicida que atravesó su rostro confirmando la utopía de sus ojos. Aquella tarde ella lo vió...

martes, 23 de febrero de 2010

Silencios




Existen silencios que descubren con el tacto y miradas lo no dicho.

Silencios que ocultan verdades tiznadas y dibujan realidades idealizadas, inocentes.

Silencios congénitos, imposibles de gritar.

Silencios que envuelven soledades.

Silencios que confirman errores pasados arrasando ilusiones.

Silencios de paz.

Silencios cobardes.

Silencios corazas.

Silencios que pesan.

Silencios de encuentro.

Silencios incómodos.

Silencios que ignoran, que disienten, que abrazan, que discuten, que sonríen, que lloran, que desean.

Silencios… todos reprimen sonidos pero no callan.